AGUA Y SAL


Cuándo la marea regresa,
a su paso,
a su inevitable y azaroso retorno,
destruye, devasta
y abate todos los sentidos,
desgarrando y hendiendo la piel de la tierra,
para rasgar jirones
a la naturaleza viva.

No escapo, ni huyo.
Estoicamente soporto
los embates que el transcurrir del tiempo
me confinan,
impávida e imperturbable,
humillada ante un juicio donde
el alegato "duda" es,
tan solo,
algo imperdonable.

Salobre,
que olvidado abandonas,
socavando las esperanzas
de quien
aún perdura,
pese a todo,
pese a todos,
eternamente pétreo.

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