A AQUEL VIEJO SARMIENTO
Siendo roble,
te convertiste en sarmiento,
y hoy el manto que te cubre
evoca tu ilustre linaje.
Añoro tu porte de árbol bien
crecido,
tu copa poblada de
inteligencia,
tus ramas que me acariciaban
y me guiaban entre las hojas.
Esparciste tus semillas
creando nuevos vástagos,
que a su vez, germinaron de
nuevo
brotando como hiedra a tu
alrededor.
Añoro tu sabiduría y
paciencia.
Esa seguridad disfrazada de
prudencia.
Aquella timidez camuflada en
el despiste.
La dulzura escondida en tu
corteza oscura.
Creciste y nos hiciste
crecer
esquejes de tu forma de vida
siguiendo tu camino, sin
recovecos,
ni rincones que nos
apartaran de él.
Pero el tiempo pasó,
tus raíces se secaron.
Tus hojas volaron con el
viento del último otoño.
Las ramas se han quebrado, y
tu tronco
otrora erguido y majestuoso,
se ha doblado ante el
anuncio del inminente invierno.
y te vas, como todos nos
iremos.
siga circulando en nosotros,
entre nuestros recuerdos,
y sigamos siendo acariciados
por esa brisa de primavera
que nos traerá brotes nuevos
crecidos de tus profundas
raíces,
mientras tanto, Papá,
seguirás con nosotros.
tú no te has ido y además
PAPÁ ¡Te quiero!
Comentarios
Publicar un comentario