Luces que prenden candentes Iluminando las asfaltadas calles fingiendo una claridad de amanecida cuándo el sol se apaga en retirada. Puentes de neón colgantes enarbolando banderas sin patria estrellas de púrpura brillantes escondidas en bolas de escarcha. Gentes que apresuradas andan buscando manjares y fastos perdidos en fatuos dispendios que el preciado tiempo malgastan. Y sobre la fría acera, de pronto unos ojos me atenazan, me observan desde su iris, su más oscura mirada, extendiéndome su mano pequeña, vacía y helada. No levanta un palmo del suelo más una potente voz exhala: “¿me da usted algo caballero, con lo que comprar viandas? Esta noche es Nochebuena no tengo comida ni casa, solo mi fiel compañero que aviva mi alma cansada.” Su rostro marcado y enjuto, su pelo en nevada cascada, su piel jirones y grietas marcando una vida gastada. Observo callado y pienso: ¡Qué vil es esta existencia, tan triste y tan desolada! ¿Qué pecado comet
Comentarios
Publicar un comentario